Y si alguien tenía dudas de su resistencia, ayer mismo las despejó todas en la Yaiza Extrem, una prueba de más de 100 km que cerraba el calendario. Allí, después de horas pedaleando, subiendo, bajando y renegando en silencio de alguna que otra cuesta “infinita”, Jorge cruzó la meta con esa mezcla de sufrimiento y satisfacción que solo entienden los que aman el BTT.
Máster 50: una categoría donde no se regala ni el aire
Competir en Máster 50 no es cosa menor. Aquí nadie afloja, nadie regala nada y todos pedalean como si aún tuvieran veinte años… salvo por los crujidos de las rodillas que delatan lo contrario. En este grupo de auténticos guerreros del pedal, Jorge ha vuelto a situarse entre los mejores, demostrando que la veteranía, cuando se entrena todo el año, también es un grado.
Un año entero a fuego lento
Para llegar al podio final hay que currárselo. Y Jorge lo ha hecho:
• Entrenos interminables,
• series que dejan sin aliento,
• salidas de madrugada,
• y ese compromiso silencioso que solo conocen los que viven el ciclismo de verdad.
Mientras otros descansaban, él afinaba la forma. Mientras otros pensaban en sofá y helado, él pensaba en cadencia y vatios. Así se construye un tercer puesto como este.
Un cierre de temporada que deja buen sabor de boca
El 3º puesto en el ranking anual no solo es un premio a su constancia; es también el reflejo de una temporada sólida, regular y valiente. Ahora, ya con la Yaiza Extrem en las piernas —y probablemente todavía en la cabeza—, Jorge mira al 2026 con ganas, ilusión y, por qué no, con la idea de seguir subiendo posiciones.
Porque cuando un Máster 50 rueda como él, lo difícil no es alcanzarlo:
lo difícil es seguirle el ritmo.
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